miércoles, 1 de mayo de 2013

Cuento real

Había una vez una niña llamada Lucía, la cual iba todos los días al zoo porque sus padres trabajaban allí. Su padre era el encargado de dar de comer a los leones y su madre entrenaba a los delfines. Lucía ayudaba a sus padres en lo que podía y aprendía mucho de los animales. A ella le encantaba un delfín que estaba enfermo y no comía muy a menudo. Siempre le daba ánimos e intentaba que comiera pero era inútil. Todos los días deseaba que el delfín se pusiera bien y volviera a participar en los espectáculos que se realizaban para los visitantes. Su madre le decía que debía darle mucho cariño para que así se animara y se curase. Cada día, Lucía se ponía su traje para meterse en el agua e intentaba que el delfín comiese y también los abrazaba. Unos días después, el delfín empeoró y los veterinarios dijeron que era posible que muriese. Cuando se enteró, Lucía se puso muy triste y empezó a llorar. Corrió a ver al delfín llorando y cuando menos se lo esperaba, el delfín comenzó a saltar sobre el agua muy contento. Lucía se sorprendió mucho y se alegró de que su amigo estuviese mejor. Días después, Lucía y el delfín actuaron junto a su madre en la exhibición. Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Story Cubes

Érase una vez un niño muy aventurero al que le gustaba mucho explorar islas desiertas para encontrar tesoros. Todas las semanas viajaba a una isla distinta para explorarla. Esta vez decidió ir a una isla cercana llamada Mística. Antes de salir de casa preparó su mochila con todo lo necesario: comida, linterna, pala, muda de ropa, brújula, etc. Después partió hacia la isla en un pequeño barco que tenía su padre. Cuando llegó a la isla amarró el barco y comenzó a explorar por la orilla. En ella fue encontrando muchos cangrejos de todos los tamaños y cogió uno para llevárselo a casa y meterlo en una pecera. A medida que se iba adentrando en la selva e iba pasando el tiempo, las nubes se volvieron más densas y negras. En poco rato, comenzó a llover intensamente y el niño tuvo que refugiarse en una cueva cercana a él. Encendió la linterna para ver mejor y esperó a que pasara la lluvia. Cuando terminó, salió de nuevo a investigar y encontró un hueso muy grande. Empezó a cavar en ese lugar para ver si encontraba más y su sorpresa fue que había un esqueleto entero de un dinosaurio. Llevó el esqueleto al barco y regresó a casa. El niño donó el esqueleto del dinosaurio a un museo para que todo el mundo pudiera verlo. Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Cuento clásico

Érase una vez un príncipe que se quería casar con una princesa de un reino vecino, que era muy bella y muy buena, pero lo que no sabía este príncipe es que la princesa había sido raptada hacía ya algún tiempo, aunque su padre decidió mantenerlo en secreto. Un buen día soleado de primavera, príncipe salió de caza al bosque retorcido que se encontraba junto al reino. Mientras se disponía a cazar un jabalí, unos ladrones que merodeaban por allí lo atacaron para robarle sus pertenencias. De pronto, una sombra apareció entre los árboles y atacó a los ladrones para ayudar al príncipe. Era una bella chica con ropajes normales que llevaba un arco en las manos. Los ladrones salieron huyendo y el príncipe le agradeció a la chica lo que había hecho por él:
- Muchas gracias por haberme salvado, bella dama. No sé qué habría hecho sin su ayuda.
A lo que ella respondió:
- No tiene importancia, sentí la necesidad de ayudarte.
El príncipe le preguntó su nombre y de dónde venía:
- ¿Y a quién debo mi gratitud? ¿Eres de por aquí cerca?
La chica respondió:
- Soy Nimeria y habito por este bosque.
Después de su pequeña conversación, Nimeria se ofreció a acompañar al príncipe hasta su castillo. En el camino se hicieron amigos y antes de llegar al castillo, apareció un hombre tenebroso que pretendía llevarse a la chica.
- Princesa Aria, vengo a llevaros de vuelta al castillo, de donde nunca tendrías que haber escapado.
El príncipe se quedó sorprendido al descubrir que había estado todo este tiempo con la princesa a la que amaba y con la que quería casarse. Ella explicó que había escapado de su padre porque la trataba mal. Y ahora ese hombre la había vuelto a encontrar. El príncipe ayudó a Aria a librarse de su padre y volvieron juntos al castillo. Poco tiempo después se casaron y vivieron felices y comieron perdices.