Érase una vez, no dos veces, ni
tres veces, sino una sola vez y
nunca más una reina que
adelgazaba...demasiado. El rey
se asustó y los médicos
recetaron mil remedios, pero la
reina moría. El rey vio a la
mujer, feliz, del jardinero y le
preguntó el porqué. <<Le doy la
carne más barata, mi rey, la de
lengua>>. Entonces el rey dio a
probar a la reina lenguas de
raros animales, pero ella seguía
muriendo. Desesperado, ordenó
al jardinero que se llevara a la
reina con él y le diera de la
carne milagrosa. Y la reina se
curó. El rey, emocionado, pidió
al siervo una explicación: <<Le di
carne de lengua señor: la dejé
hablar y la escuché>>.
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